Al fin llega el gran día que da comienzo a nuestras vacaciones. Como en otras ocasiones y para aprovechar el tiempo al 100% hemos decidido salir el mismo día tras acabar de trabajar. Para ello el vuelo OE307 que sale a las 19:35 y nos deja en Viena a las 22:30 nos viene de maravilla.
A la ida volaremos con Ryanair, hemos tenido que pagar al reservar religiosamente los 10€ extra para poder llevar un equipaje de mano en la cabina, pero tenemos bastante suerte y al hacer el checkin nos da los asientos juntos (es bastante simpático que el eslogan de Ryanair sea low fares made simple) cuando lo de andar mirando el equipaje o el asiento de simple no tiene nada.
Embarcamos y tras un viaje no excesivamente largo aterrizamos en Viena. Una de las cosas que más me preocupaba era el hecho de llegar al aeropuerto a las 22:30, por el hecho de que el transporte pudiera ser problemático, pero nada de eso.
Consultamos Google Maps y la opción más económica y rápida hacia nuestro alojamiento era coger el cercanías S7 desde el aeropuerto (pudimos comprar el billete en las máquinas son problema con la tarjeta).
Cogemos el S7 y nos bajamos en la estación Wien Pratersten que está al lado del Prater (un parque del que ya hablaremos más adelante) y nos queda caminar 10 minutos hasta el hotel, donde la ciudad parece totalmente fantasma (parece que en vez las 23:00 son las 2 de la mañana) y es que en esta zona de Europa la luz hace que la vida sea bastante diferente en comparación con las costumbres que tenemos en España con la luz durante el día.
Nos duchamos y a dormir que mañana tenemos que darlo todo en nuestro primer día por Viena.
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