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agosto 07, 2018

Día 9 - La despedida de Tokyo: Ryogoku, Asakusa, Ueno y Kit Kats para todos!

Hoy es nuestro último día de este bonito viaje que nos ha llevado a conocer este precioso país llamado Japón (para aquellos que no lo saben, derivado fonéticamente  de los kanjis sol y origen, dado que para los chinos, Japón era el país del sol naciente).

Me levanto a las 7 de la mañana a pesar de haber puesto el despertador más tarde, pero es que estoy deseoso de disfrutar de mi último día.

Lo primero que hago es devolver las llaves en el hotel y dejarles la mochila hasta que vaya al aeropuerto, para que me sea más fácil desplazarme. Al acabar, echo cuentas del dinero que me sobra, teniendo en cuenta que tendré que reservar 2470 yenes para el trayecto en tren al aeropuerto (dado que ayer ya se me acabó el JR Pass). Por ello he dejado para el final, todos los barrios cercanos al hotel, para así poder ir andando y hacer las últimas compras.

Primero me dirijo hacia Ryogoku conocido por ser el barrio del sumo. Había oído que si encuentras algún gimnasio abierto, es posible verles entrenar, pero desgraciadamente no encuentro ninguno. No obstante, estoy al acecho de ver si me encuentro con algún sumo para hacerme una selfie con él (ilusiones que tiene uno). Veo a uno a lo lejos que sale de un coche extremadamente pequeño para el tamaño del sumo y se me escapa... Así que solamente me queda dar un paseo y disfrutar un poco del ambiente y la historia del barrio (poco después vi otro par a lo lejos, pero tampoco logré cazarlos).



(En un kiosko vi o que entiendo que sería el equivalente a la Men's health pero para sumos xD)



Aprovecho también en el barrio para entrar en la típica tienda de comida y hacerme con todas las variedades de Kit Kat, gominolas, y cosas comestibles japonesas que encuentro a mi paso. Después de esta parada, la verdad es que ya apenas tengo dinero en efectivo para comprar mucho más.

Para los que no lo sepáis, Japón es uno de los pocos sitios del mundo (al menos que yo conozca el único) donde cada provincia cuenta con un tipo de Kit Kat diferente. Yo llegué a probar los de té verde que son archiconocidos y  unos de chocolate más puro que estaban muy buenos, pero si recorréis más provincias de Japón os animo a probar los diferentes sabores que encontraréis en ellas. También en el aeropuerto (aunque por una pasta) es posible llevarse un Kit Kat de cada tipo como recuerdo en un pack.



Al acabar, voy al barrio de Asakusa, que es uno de los barrios más antiguos de la ciudad. Me encanta, porque aparte de un montón de puestos de mercadillos, tiene sus famosos farolillos gigantes rojos en el templo de Sensoji. Muy recomendable para perderse e imaginarse cómo sería Tokyo hace muchísimos años y también para comprar los últimos recuerdos.









Por cierto, no dejará de sorprenderme cómo cuidan las cosas en este país. Las bicicletas en Tokyo te las encuentras sin candado en la mayoría de las ocasiones, en mitad de la calle y nadie las roba... He visto a japoneses regando macetas de las plantas que hay en la calle... Tienen una basura de plástico que empiezo a sospechar que la lavan antes de sacarla al contenedor. Alucinante. Eso sí, ni una papelera salvo en estaciones, aeropuertos, etc...




Abandono Asakusa y me voy a uno de los rincones verdes más bonitos de todo Tokyo: el parque de Ueno. Es una zona enorme, llena de árboles, donde te puedes encontrar a señores mayores, como nuestros jubilados, dando de comer a los pájaros. La diferencia notable es que en España damos de comer a las palomas, y en Tokyo dan de comer... ¡A los cuervos!

No os imagináis el señor que vi, la cantidad de cuervos que se aglutinaban a su alrededor. Ni en una película de Hitchcock. Aparte impresiona el tamaño de estos pájaros.



Tras disfrutar de esta tranquilidad, me cojo el tren Narita Skyliner desde la estación de Keisei para llegar de nuevo al aeropuerto de Narita, donde tras facturar me como un agradable pollo al teriyaki para decir adiós a esta aventura y montarme en el flamante A380 de Emirates que me llevará de vuelta a Madrid.

Por cierto, ni comparación esta terminal de Narita, comparada con la terminal en la que llegué procedente del vuelo con Alitalia. Aquí hay desde unos baños donde es posible encerrarte y disfrutar de ellos personalmente (con un toque muy vanguardista), hasta una tienda oficial de Pokemon. Y como no, la estrella de la tecnología japonesa, ¡los váter electrónicos con chorrito!, que podéis adquirir en el aeropuerto si os hace ilusión llevaros uno de vuelta a España.





Para finalizar y con me gustaría daros una serie de consejos que me sirvieron en este viaje:


  • No sé si actualmente será posible bajarse en Google Maps las mapas en modo offline. Yo no pude en su momento y lo hacía todo sobre la marcha en los sitios con wifi que encontraba, pero si ahora está disponible llevad todo descargado y marcado desde casa, os facilitará la vida.
  • Aunque el aeropuerto y las estaciones de tren suelen estar bien señalizadas, a veces es fácil sentirse abrumado por no ver nada en inglés por la calle. Pero la gente es encantadora y es uno de los sitios donde más fácil es preguntar. De verdad, si no encontráis algo, o simplemente no sabéis qué tren tenéis que coger o dónde está vuestro andén, preguntad. Porque bien sea por señas, o bien sea porque hablen algo de inglés os van a ayudar. Es de los sitios donde la gente ha sido más amable conmigo ante cualquier pregunta.
  • Tokyo en mi opinión es una ciudad para disfrutar un poco de acuerdo a los gustos de cada uno, no hay unos sitios concretos que haya que ver sí o sí, sino que suelen ser barrios por los que dar un paseo. Por lo que analizad un poco los lugares antes de ir y decidid vosotros mismos si os apetece hacer mis rutas, o inventar unas nuevas.
  • Para mí es imprescindible el JR Pass salvo que no tengáis pensado moveros nada en tren. De hecho, para más días y más ciudades yo creo que aún se tiene que amortizar más, pero siempre podéis hacer vuestros propios cálculos usando la web de los ferrocarriles japoneses.
  • Disfrutad de la comida japonesa, es alucinante y muy variada. Si en algún momento vais a algún restaurante que no tengan carta en inglés (pocos, aunque alguno me encontré), simplemente señalad con el dedo.Van a hacer lo imposible por hacerse entender y la verdad es que está todo muy bueno.


¡Hasta la próxima aventura!

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